Articulo de Antonio Bonet Salamanca sobre León Ortega en Huelva Información.
El doctor en Historia del Arte Antonio Bonet Salmanca ha publicado un articulo reivindicativo de la Semana Onubense en general y de la obra del escultor León Ortega en particular en el diario Huelva Información: Impresiones de un visitante a la magna onubense
Impresiones de un visitante a la Magna onubense.
La proclamación del Año de
la Fe propició la organización de diversas salidas magnas, encuentros,
exposiciones vía crucis y demás actos protagonizados por las hermandades
y cofradías penitenciales en el ámbito nacional.
La Magna onubense tuvo que ser, como en otros supuestos,
suspendida ante las confirmadas previsiones de lluvia, que, aunque
mantuvieron el tono estival de la jornada, impidió la anunciada
celebración procesional ante la lógica inquietud y cuasi desesperación
del entorno cofrade.
El centro neurálgico del encuentro onubense y eclesial quedó
asentado en la transitada Plaza de las Monjas, bajo la presidencia del
obispo diocesano y el rezo de seis misterios relacionados con la pasión
de Cristo, acto que hubo de ser postergado a la mañana dominical. A
pesar del inicial y aparente fracaso ante la suspensión del acto
sabatino con la desoladora presencia de las enfiladas y humedecidas
sillas, ausentes del reclamado gentío y sometidas al goteo arrollador de
una pertinaz lluvia, que cubrió de intranquilidad los ánimos
depositados por el Consejo de Hermandades de la ciudad de Huelva. La
guía cofrade anunciaba el evento de la Magna onubense prevista para la
tarde del sábado 19 de octubre (17 pasos presididos por el Resucitado),
con la seguridad y la garantía depositadas en dicha jornada. Mas, no
todo fue desarraigo y pesar, ya que, algunos, entre los que me incluyo,
tuvimos el privilegio de contemplar la exposición y muestra cofrade en
el Ayuntamiento onubense, propiciada magníficamente por la Ilustre
Hermandad de Penitencia y Cofradía de Apostolado del Santísimo Cristo de
la Fe y Nuestra Señora de la Caridad con motivo de su XXV aniversario
fundacional.
Durante la tarde, las escasas hermandades que pusieron los pasos
en la calle tuvieron que refugiarse con la premura de una lluvia que
impidió el lucimiento, por lo que hubo que esperar a la siguiente
jornada sublimada en soleada, intensa y cálida mañana dominical. Desde
su inicio, tuve la personal fortuna de contemplar la imaginería expuesta
en los distintos templos capitalinos (Catedral de la Merced, Santa
Teresa, San Francisco de Asís, Purísima Concepción, Sagrado Corazón de
Jesús, El Carmen, Los Dolores, El Pilar y San Pedro), iglesias, (Santa
María de la Esperanza con su Hermandad de San Francisco), ermitas
(Soledad), capillas y hermandades (Jesús Cautivo). Integradora visita
complementada por la detallada información y orientación aportadas por
el afable hermano mayor de los Estudiantes, Javier Pérez Blanco, junto a
los consejos y datos facilitados por algunos artistas del pincel,
encabezado por José María Franco Gutiérrez, y por su hijo y amigo, el
escultor Alberto Germán Franco Romero, junto a la generosa presencia del
restaurador e imaginero de la tierra, Juan Luis Aquino Pérez.
Ante el cúmulo y la variedad de imágenes de carácter procesional
resueltas durante la segunda mitad de la pasada centuria, pude admirar
el exitoso legado imaginero onubense, inspirado por la gubia de diversos
artistas, generadores de una belleza humanada y divinizada, encarnada
en madera vista y policromada.
La sed de Dios y el anhelo por contemplar su rostro
constituyeron objetivo inalcanzable y excesivo ante los límites de
nuestra percepción y capacidad visual. Con creciente interés, pude
contemplar en el interior de las naves edilicias de San Pedro, la
Concepción o la Victoria, los grupos ya dispuestos para recorrer y
visitar en su anunciado itinerario procesional, las arterias y plazas de
Huelva. Resultaba insólito advertir en consonancia a la estival
climatología prorrogada en plena fase otoñal, la reinante fenomenología
integradora de una atípica Semana Santa, dispuesta para ser compartida y
vivenciada con la intensidad de los cinco sentidos en actitud
predispuesta a honrar al cofrade único y mayor, acompañado de su
solícita Madre, en participada, compartida y multitudinaria devoción.
El integrador patrimonio imaginero y cofrade fundamentado
durante la anterior centuria y el actual comienzo del nuevo milenio
responde a la pluralidad y buenhacer generados por los denominados
"maestros de la gubia". Plural y engordada estadística integrada entre
otros artistas, escultores e imagineros, por el alcireño de origen,
Ramón Chaveli Carreres, asentado en Jerez de la Frontera, en pareja
cronología al longevo y avezado artista de Picassent, Enrique Galarza
Moreno, autor del colosal conjunto del cenáculo onubense presidido por
el Señor, de León Ortega.
Prosigue la relación con el desconocido, por lo general,
escultor valenciano que desarrolló su quehacer escultórico en los
madrileños Talleres de Arte Granda, Julio Vicent Mengual, y su hijo, el
también escultor, José Luis Vicent Llorente, además de la imaginería
generada por José Rivera, Gómez del Castillo, los gaditanos Luis Ortega
Bru y Martín Lagares, el extremeño y académico Enrique Pérez Comendador,
artífice de la imagen patronal onubense de San Sebastián. En el foco
andaluz hay que reseñar la actuación artística de los sevillanos, José
Manuel Bonilla Cornejo, Luis Álvarez Duarte, Juan Abascal Fuentes,
Lourdes Hernández Peña, Juan Manuel Miñarro López, José María Leal
Bernáldez y Miguel Bejarano Moreno.
Tampoco escasea la nómina de los artistas de la tierra,
presididos por el artista nacido en Higuera de la Sierra, Sebastián
Santos Rojas a los que se suman: Elías Rodríguez Picón, David Valenciano
Larios. Francisco Márquez, el Cano y Enrique Pérez Saavedra,
junto a la dilatada y meritoria producción del artista e imaginero de
origen ayamontino Antonio León Ortega, el escultor por antonomasia de la
imaginería procesionada durante la Semana Santa onubense, autor de
buena parte de la escultura religiosa contemplada en la matinal
dominical. A la espera de la edición y puesta de largo de la tesis
doctoral rubricada exitosamente por el también escultor Alberto Germán
Franco, dedicada a su excelso y considerado maestro, el estilo y la
trayectoria imaginera de León Ortega inciden en la singularización
escénica, a partir del correcto tratamiento anatómico y el dominio del
controvertido oficio de la gubia, asumidos en la plasmación de los
pliegues y cabellos que rezuman un atemporal clasicismo, en símil a la
plasmación iconográfica de sus múltiples imágenes cristológicas,
marianas y hagiográficas.
Supo interpretar con la maestría que destilan sus imágenes
encauzar la devoción popular onubense, apreciable en sus consideradas
encumbradas piezas, encarnadas en los grupos de Angustias mariano y del
variopinto y colosal agrupamiento de personajes integrado en el
Descendimiento, pleno de conjuntadas y armónicas figuraciones
ascensionales que reclaman la sugerente y apuntada espiritualidad de
estilo, proyectado a la talla completa, exenta, policromada y estofada.
El paso del Descendimiento resta permanente expuesto en el templo
dedicado al vicario Pedro, sin obviar su acierto y participación en
diversidad de tallas como, las del Cristo del Amor, el misterio del
Desprecio de Herodes, Jesús despojado de los Mutilados, Cristo Cautivo,
Jesús del Calvario, Cristo de las Tres Caídas y Verónica, Cristo de la
Sangre, el Cristo de la Fe, además de su intervención en la imaginería
de signo mariano, como la titular de los Ángeles, Rosario, Cena, Paz de
Mutilados, Amor y Valle, o las más antiguas de la Victoria y San Juan,
desaparecidas en el incendio de 1953.
El dilatado y cualificado legado imaginero concebido y resuelto
por la gubia de León Ortega, merece especial refrendo, apoyo y cuidado
de instituciones y particulares, en su proyección y conservación, en
evitación, de posibles cambios conceptuales sujetos más a la moda y
puntual percepción, que a la contextualización del ideario y al proceso
escultórico esbozado en origen, nunca exento como aludía Arias Montano
de la perseguida espiritualidad, modernidad y clasicismo que destilan
sus esculturas Su espiral tridimensionalidad consigue expresar la
particular fisonomía judía del hijo de María, la universalidad del
hombre eterno, y la singularidad teológica del Hijo de Dios encarnado,
tres categorías afines a la historia de la filosofía y de las artes
plásticas. Sus imágenes incorporan con hondura el rostro de un Dios, al
que se reza y espera, en consoladora y silente presencia en el templo, o
acogido en la expectante bulla de la calle, predispuestas en su
aparición, función y cometido a la santificación de cada rincón del
transformado urbanismo onubense. Por suerte, se han ido creando
distintas comisiones de imaginería, integradas por profesionales del
ramo artístico y cofrade, con el encargo de velar por los cambios
asumibles, las innovadoras incorporaciones imagineras y las oportunas
restauraciones del patrimonio heredado.
En síntesis y, a pesar del negativo comportamiento
climatológico, hay que felicitarse conjuntamente por el esfuerzo
depositado en la anhelada Magna onubense. Un fin de semana que me
permitió contemplar con la requerida y oportuna excepcionalidad, el
desconocido y sugerente patrimonio artístico y escultórico onubense,
dotado de la requerid armonía compositiva y revestido de la solícita
belleza que me permite confesar con sincera gratitud el viaje y estancia
a la capital onubense.